Nos tomábamos el colectivo, el 333, intentaba colarme con mis 7 años (vale decirlo, porque para mí era mágico saber que me podía escurrir entre la gente y que no me viera nadie! o yo lo creía). Ansiosos por llegar, almitas inquietas apiñadas en el colectivo que hacíamos explotar a la salida de la escuela.
Y eran tardes de barrilete, de ver El Zorro, de comer pan con manteca y azúcar y tomar el "vascolé".
Tardes con mis hermanos, de abuelos, de cajones de manzana con rulemanes.
A esto me hace acordar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario